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¿Qué son y por qué son importantes las habilidades directivas?

By mayo 23, 2019mayo 11th, 2023BLOG

Para gestionar eficazmente una empresa se requiere tener conocimientos técnicos, tanto los relacionados con la actividad a la que esta se dedica, como aquellos comunes a cualquier negocio (por ejemplo, saber llevar la contabilidad).

Pero no son menos importantes las habilidades directivas, que son todas aquellas capacidades que permiten a una persona (directivo):

Planificar. Fijar objetivos y programar conductas.
Dirigir. Llevar a cabo lo planificado, responder a aquellas cuestiones que se presenten sobre la marcha y relacionarse con otras personas (por ejemplo, compañeros, subordinados, proveedores o clientes). Básicamente, esta capacidad se resume en dos cuestiones: coordinar y motivar.
Controlar. Vigilar que se siguen los procedimientos adecuados y comprobar el nivel de desempeño o resultados alcanzado.

A pesar de su gran importancia, se ha prestado muy poca atención a las habilidades directivas, que se pueden desplegar tanto en contextos organizacionales como en contextos no organizacionales; por ejemplo, en el establecimiento y mantenimiento de relaciones interpersonales fuera de la empresa.

Es una pena que el sistema educativo español dedique tanto tiempo a las materias técnicas y tan poco a un aspecto esencial tanto en el ámbito laboral como en nuestra propia vida: saber tratar eficazmente con otras personas.

Recibimos muy poca formación sobre cómo relacionarnos. Las universidades y las escuelas de negocios deberían cambiar su actual sistema educativo y buscar formadores idóneos para ampliar el conocimiento de los estudiantes en un campo tan fundamental como los valores y las relaciones. Si esto se llevase a cabo, tendríamos en un plazo de tiempo razonable mejores directivos y mejor ambiente laboral en nuestras empresas.

Tipos de habilidades directivas

Aunque no hay ninguna clasificación estándar, podemos agrupar las habilidades directivas en diez temáticas.

  • Dirigir. Consiste en tomar decisiones para llevar a cabo el plan diseñado y para responder a los problemas que se vayan presentando, así como dar instrucciones para coordinar la realización de tareas y motivar a otras personas para que las lleven a cabo.
  • Liderar. Sin proyecto, no hay empresa. Y no hay proyecto que se cumpla sin que alguien se ponga al frente para llevarlo a cabo. Los líderes son esenciales para impulsar la innovación, crear un clima laboral positivo y adaptarse al cambio.
  • Motivar. El trabajo no se hace solo. Y no se hace igual con ganas que sin ellas. Cuando no se está motivado, el trabajo se hace sin brillantez, con pena y sin gloria. O peor aún, sin cuidado, generando más costes de los necesarios o sin la calidad debida. Por lo tanto, lo primero y más importante en cualquier empresa es contar con trabajadores motivados. Motivar implica incentivar, animar, socializar y reconocer el esfuerzo o los resultados obtenidos.
  • Comunicar. La comunicación es a la organización lo que la sangre al organismo. Cuando no llega a todas las partes a su debido tiempo surgen serios problemas. Comunicar comprende acoger a un nuevo empleado y orientarle, proporcionar instrucción o información, criticar y persuadir.
  • Ser creativo. Ser capaz de generar ideas útiles es necesario para abordar los múltiples imprevistos que surgen en el desarrollo de cualquier proyecto empresarial y para aprovechar las oportunidades que se presenten.
  • Gestionar el tiempo y las incidencias. Toda actividad consume tiempo, por lo que la única forma de poder hacer más cosas es gestionar mejor el tiempo. Dedicar a cada incidencia el tiempo que merece, ni más ni menos, es fundamental para no verse superado por la gestión de las incidencias.
  • Dirigir reuniones. Juntarse puede ser necesario para debatir cómo debemos actuar ante situaciones problemáticas. O, simplemente, para tratar los próximos pasos a dar en el desarrollo de un proyecto. Sin embargo, muchas veces las reuniones son como agujeros negros del tiempo: solo sirven para perder el tiempo. Saber planificarlas y dirigirlas es imprescindible para que esto no suceda.
  • Gestionar las emociones y el estrés. Dirigir a otras personas o, simplemente, relacionarse, es una actividad emocionalmente exigente y generadora de estrés. Aprender a controlarlo es fundamental para no padecer problemas físicos y conservar la motivación.
  • Delegar y gestionar equipos. Cuando la empresa tiene un cierto tamaño, uno no puede hacerlo todo, y necesita dejar parte de la toma de decisiones en manos de otras personas. Al igual que sucede con la elección de los miembros de un equipo, saber escoger a la persona adecuada en la que delegar es crucial. Asimismo, en la mayoría de las empresas es necesario formar equipos para llevar a cabo el trabajo. Pero trabajar en equipo no es fácil. Saber cómo liderar y dirigir a un equipo es esencial para que este sea eficaz.
  • Negociar. Suele ser inevitable, tanto con empleados, con proveedores o con clientes. Conocer cómo actuar en las negociaciones es necesario para poder salir airosos de estas.

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