Sin duda cambiará nuestras vidas, aunque sin duda ya lo está haciendo.
No se le ve. No se le escucha. No se le huele. No se le percibe. Pasa inadvertido a nuestros sentidos. No sabe de fronteras, aunque discrimina en sus efectos que por algún motivo aún desconocemos. Es global. Pandémico. Se extiende con gran rapidez. Es tremendamente peligroso y dañino porque parece que no hace nada y mata. No avisa. Traiciona silenciosamente.
Es el miedo. A perder el trabajo, a perder a seres queridos, a perder proyectos vitales. Incluso a perder amores. A no ser los mismos. Pánico a cambiar nuestras cómodas vidas, a no disfrutar de los nuestros al salir de todo esto, a no irnos de vacaciones, a no poder pagar la hipoteca. A la terrible incertidumbre de qué pasará.
Porque pasará. Seguro. ¿Y entonces qué? Y ahí directamente vectoriza a nuestros pulmones y empezamos a respirar con cierta dificultad. Casi con ahogo. Llamo al 112 y me dicen que permanezca en casa. Inhabilitado. Confinado. Amordazado con bozal para no transmitirlo.
Salgo al jardín y oteo un poco de sol. Mientras tanto la gestión de campaña de quien debiera cuidarnos hace aguas. Naufraga. Porque quien es capaz de proteger a un sistema, desprotegiendo a quien lo sostiene. Suena bien el maná dialéctico televisivo. Al menos da esperanza, como lo hacía el pan y circo. Como la daban los titiriteros preconizando que volverás a tu empresa y no pasará nada. Blindado, aunque seguramente harto de ERTES, con el sentido de pertenencia bajo mínimos y con un trabajo sin mucho trabajo, casi hundido, arruinado por los gestores públicos de lo ajeno, mientras sus dietas se quedan sin dieta y sus jornales sin sus jornadas.
Y si no al tiempo. Porque el miedo controlado previene de lo que sucederá y porque la ignorancia es la atrevida reina de la mala gestión. Porque a este paso los supermercados que racionan lo seguirán haciendo. Porque todo lo anterior habrá muerto y no seguirás siendo el mismo. Como se murió Pepe, el padre de mi mejor amigo. Sin protección. En soledad. Sin los honores que mereció. Aun siendo una gran persona, aun siendo un excelente trabajador, aun teniendo grandes valores.
Las cosas no volverán a ser lo mismo. Espero que ya sin miedo.
Director de RRHH Grupo The Haciendas Company