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Tengo un proyecto, ¿Tengo un tesoro?

By marzo 13, 2020marzo 2nd, 2023BLOG
Tengo un proyecto, ¿Tengo un tesoro

En más de una ocasión nos habremos encontrado con compañeros que de forma ilusionada nos cuentan que tienen un proyecto. En principio, suelen dar por cierto que un proyecto es un tesoro, pero ¿eso se cumple siempre? Todos conocemos algún caso de respuesta negativa, donde el proyecto ha sido una ruina. ¿Qué hacer entonces? ¿Se puede evitar estos errores? La respuesta la pretendemos dar en este breve artículo, donde describimos las fases que deben recorrerse antes de ejecutar un proyecto de inversión.

 

La primera etapa consiste en identificar aquellos proyectos que se adaptan al Plan Estratégico de la empresa. Esta primera etapa sirve de criba para reducir a un pequeño grupo los proyectos que la empresa debe estudiar para llevar a cabo. Esto es fundamental, para que todo proyecto que no esté en las directrices que marca nuestro Plan Estratégico sea descartado.

La segunda etapa consiste en identificar los posibles conflictos de intereses entre los principales stakeholders (accionistas, obligacionistas y directivos) y establecer mecanismos para mitigar sus efectos negativos sobre los proyectos. Estos conflictos de agencia incrementan considerablemente el coste del capital, lo que tiene un efecto negativo sobre la rentabilidad del proyecto. Por ejemplo, se debe aliviar el conflicto de agencia entre accionistas y directivos reduciendo los incentivos que tienen los directivos a realizar proyectos a corto plazo, que siendo buenos para los directivos, perjudican los intereses de los accionistas pues no generan riqueza a la empresa.

En la tercera etapa se debe proceder a la estimación de las magnitudes que definen el proyecto. En concreto, se estimará el desembolso que requiere el proyecto, así como las entradas y salidas de dinero que originará, y adicionalmente el coste de los recursos financieros que harán posible llevar a cabo el proyecto, que denominamos coste del capital.

En la cuarta etapa se procede a evaluar todos los proyectos de acuerdo con el método de valoración apropiado para cada caso. Estos métodos de valoración son las técnicas que se deben aplicar para conocer si un proyecto es un tesoro o no. Por supuesto, los métodos de valoración se basan en unas previsiones que estarán sujetas a un margen de error, pero es mejor tenerlas pues no sólo nos ayudan a la toma de la decisión, sino que además facilitan su ejecución y control.

La empresa toma la decisión de realizar o descartar cada proyecto. Esta quinta etapa es la que marca el futuro de una empresa, pero es de justicia señalar que esta decisión tiene dos aspectos importantes. Uno es el análisis previo que se realiza en el los métodos de valoración de proyectos, que junto con las normas de decisión, son los que permiten al directivo tomar esta decisión con seguridad y tranquilidad, lo cual es fundamental para el desarrollo futuro del proyecto.

La sexta y última etapa se recorre sólo para los proyectos que son aprobados.  En esta etapa se procede a la ejecución del proyecto aprobado. Aunque a veces se piensa que esta etapa no tiene que ver nada con las anteriores, es un gran error pues la ejecución del proyecto se verá facilitada en gran medida por el grado de desarrollo de las etapas anteriores.  Si las etapas anteriores se han desarrollado correctamente tendremos un termómetro sobre el cumplimiento de nuestras previsiones a medida que se va desarrollando el proyecto, lo que permite prever desviaciones sobre los resultados esperados, y saber identificar las medidas correctoras que son necesarias para que el proyecto llegue a buen puerto.

En conclusión, el desarrollo de las seis etapas descritas anteriormente no sólo te servirán para saber si el proyecto que tienes es un tesoro o no, sino que además son un seguro para que ese tesoro (proyecto) identificado no pierda su valor en el momento de la ejecución por no tener una referencia sobre los resultados del proyecto. Esto impedirá tomar las medidas correctoras, que con muchas frecuencia serán necesarias para hacer frente a escenarios que son imposibles de prever ante situaciones como la generara por el Coronavirus. Sin ser tan extremas este tipo de situaciones pasarán con muchas probabilidad y por ello el directivo, que no podrá preverlas deberá al menos saber su efecto en los resultados cuando se produzcan lo que le permitirá tomar las acciones correctoras y que al final el objetivo se consiga. Recordemos que dirigir es el arte de que las cosas sucedan, y la valoración de proyectos es una herramienta de gran utilidad para este fin.

Julio Pindado

Catedrático de la Universidad de Salamanca.

Director del Instituto Multidisciplinar de Empresa (IME)

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