La pandemia del coronavirus COVID-19 ha provocado que cientos de miles de personas hayan empezado a teletrabajar durante los últimos días.
El trabajo a distancia puede proporcionar diferentes ventajas: facilita la conciliación de la vida personal y laboral, permite ahorrar los costes y el tiempo derivados de los desplazamientos, y puede contribuir a mejorar la satisfacción laboral y la productividad del trabajador.
Sin embargo, esta opción no motiva a todos los empleados. El teletrabajo es adecuado para aquellos que dispongan de una formación y preparación inicial adecuada a la actividad que vayan a realizar, sean disciplinados y constantes, cuenten con capacidades tecnológicas, sepan adaptarse a un trabajo con limitadas relaciones o feedback de compañeros, sean capaces de autoorganizarse sin la supervisión de un superior directo, cuenten con capacidad para automotivarse y no caer en el desánimo, y sean capaces de planificar el trabajo cumpliendo horarios y fechas de entrega.
Aunque la tecnología hace tiempo que permite utilizar el teletrabajo, son minoría las empresas y administraciones que lo han implantado. Según el Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo, en España el número de teletrabajadores alcanzó su nivel más alto durante el segundo trimestre de 2018, con 1,43 millones de empleados. Pero este modo de trabajo no es aplicable en la mayoría de los casos. En nuestra economía, sólo se puede utilizar en uno de cada cinco puestos de trabajo, según la consultora Randstad. Esto es, solo 4,4 de los más de 19 millones de trabajadores podrían teletrabajar. Los puestos más adecuados son los de técnicos y profesionales científicos e intelectuales, así como los de contables, administrativos y otros empleados de oficina.
Para muchas empresas, la actual implantación del teletrabajo no ha sido la idónea, ya que el trabajo a distancia se suele introducir de forma gradual para que la productividad no se resienta a medida que las empresas y sus trabajadores van asimilando el sistema y corrigiendo los errores de las herramientas tecnológicas y los métodos de trabajo empleados.
Muchas empresas ya han salvado la primera prueba, que era la migración a casa para salvar la actividad y el empleo. Pero en muchos casos se está iniciando la curva de aprendizaje. Pasada esa primera prueba, se plantean varios retos.
Principales retos
Para que el trabajo resulte eficiente se necesita un seguimiento disciplinado de la ejecución de las tareas, así como de los problemas que pueden ralentizar o bloquear las actividades. Esta es la vía para que el teletrabajo termine contribuyendo a un incremento de la productividad.
También es fundamental la calidad de la plataforma tecnológica utilizada. Hay muchas aplicaciones que permiten gestionar equipos, realizar teleconferencias o coordinar trabajos, pero es necesario que las plataformas utilizadas sean capaces de soportarlas.
Otro gran reto es ser capaces de mantener la motivación de los teletrabajadores. Aunque la oportunidad de conciliar la vida laboral con la familiar o la disposición de más tiempo libre es una ventaja del trabajo a distancia, uno de los riesgos a los que se enfrenta la productividad de este modelo es que resulta mucho más complicado de aplicar que de planificar. Prueba de ello es que grandes empresas como Yahoo o Google han acabado corrigiendo o incluso suprimiendo sus planes iniciales de teletrabajo.