El otro día se preguntaba un conocido: ¿Cómo aplicar métodos de entrenamiento profesional en un aula? Mi pensamiento fue rápido: Muchos lo aplican sin enterarse…
El entrenamiento –habitualmente llamado usualmente coaching- es una de las herramientas más eficaces a nivel de desarrollo personal y profesional. Facilita la consecución y la orientación de nuestros objetivos así como un enfoque hacia la excelencia. Para ello, el primer paso es definir nuestros objetivos con unos patrones determinados y muy concretos.
La pregunta siguiente es: ¿Y cómo hacer eso?
Pues bien, el coaching utiliza dos elementos importantes: la motivación y el conocimiento personal. Desde mi perspectiva, lo fundamental en un profesor universitario es reunir las cualidades que recoge esa célebre expresión de “tener un genuino interés por las personas”. Estas cualidades casi siempre están presentes en el profesor universitario junto con la también usual pasión por la materia que imparte. La conjunción de ambos elementos deriva en el gran interés que posee en que sus alumnos aprendan.
La prestigiosa editorial Pearson se preguntaba cómo aplicar el coaching en el aula de la Universidad. La idea básica que defiende es compartir la sabiduría del profesor universitario con sus alumnos a través de un entrenador que busca motivar a sus alumnos (futuros profesionales) con el objeto de sacar lo mejor de cada uno de ellos. Para comenzar comenta que el coaching constituye una revolución de la educación universitaria tradicional. Y entre las ventajas y beneficios que puede aportar al docente su aplicabilidad destaca estos detalles, por ejemplo, aplicables al mundo empresarial:
-El alumno pierde esta denominación para adoptar la de emprendedor
-El profesor es rebautizado como entrenador
-El entrenamiento no consiste en adquirir unos conocimientos, sino en poner en marcha una empresa y que compita en el mundo real.
Además destaca su cada vez más creciente tendencia a cultivar habilidades de liderazgo a través de impartir la formación en técnicas de coaching. Asimismo –señala- el coaching tiene aplicaciones que pueden resultar muy útiles a los alumnos a la hora de conseguir el equilibrio emocional, mejorar su autoestima y ganar en confianza, adoptar disciplinas de estudio más eficaces, elevar su capacidad de compromiso, orientarse hacia unos objetivos concretos o elaborar una estrategia profesional de largo recorrido.
Estas afirmaciones están en completa sintonía con los principios que defiende el coaching, algunos de los cuales podemos comentar siguiendo a la Escuela Europea de Coaching. Por ejemplo, hay un principio que reza: “Todo individuo lleva un talento que espera ser revelado”. Partiendo de que un ser humano es completo de por sí, él mismo debe ser consciente de que en su interior tiene un gran potencial cuya finalidad es aflorar y desarrollarse. Dando rienda suelta a este mecanismo, el individuo tomará sus propias decisiones y orientará su desarrollo hacia donde decida. En otro orden de cosas, pero relacionado, debemos identificar cuáles son nuestras falsas creencias que nos impiden o limitan el llevar a cabo nuestros deseos o nuestros objetivos. Todo ello, por supuesto, dentro de nuestra propia realidad.
Como señala John Whitmore, “el entrenamiento consiste en liberar el potencial de una persona para incrementar al máximo su desempeño. Consiste en ayudarle a aprender, en lugar de enseñar». Constituye, por tanto, un elemento de mejora tanto a nivel personal, como a nivel de aplicación en la empresa que puede contribuir a la eficiencia y los resultados de la misma. A nivel empresarial, el entrenamiento está dirigido a profesionales de empresa (directivos, empresarios y mandos intermedios, especialmente) que deseen desarrollarse en aspectos concretos de su organización. El objetivo latente consiste en ir progresivamente conociendo las propias capacidades y ganar en confianza en cuanto a habilidades, tanto personales como directivas. Una vez dado este paso, se estará en disposición de reflexionar acerca del equipo, los compañeros, las relaciones y así extender los nuevos hábitos a la organización.
Un buen comienzo consiste en eliminar aquellas barreras que impiden o mitigan el logro de nuestros objetivos. Para ello el primer paso es tomar conciencia de la realidad, de nuestra realidad y nuestras percepciones puesto que Nadie está en posesión de la verdad ya que una misma situación puede observarse desde diferentes puntos de vista y, por tanto, conducir a diversas conclusiones.
Tras valorar la posición actual y visualizar el objetivo, se definirán las alternativas posibles para llegar a él y se concretará en un plan de acción muy definido. Todo ello exige un conocimiento profundo de la persona y/o del equipo que sirva de base para el trabajo que se desarrollará a posteriori.
Por ello, los métodos que se emplean en un entrenamiento –los que también se emplean en el IME- se orientan desde una perspectiva totalmente vivencial y muy participativa. Partiendo de algunos breves conocimientos teóricos o casos concretos de empresas que sirvan de referencia, se harán prácticas de role play, trabajo en equipo, etc. Siempre será necesario el empleo de técnicas corporales, emocionales y sistémicas para trabajar tanto de forma individual como en equipo y –a través de un aprendizaje activo- conseguir buenos resultados, duraderos, e interiorizarlos.
Naturalmente esto choca de lleno con otras percepciones que impiden este tipo de desarrollos: desde aquel alumno que no se siente motivado hasta aquel profesor que no desarrolla técnicas de aprendizaje que puedan ser aprovechadas e incluso disfrutadas por sus alumnos. Y de todo podemos encontrarnos en el aula. Pero si como profesores conseguimos que el alumno se lleve a casa un pequeño compromiso, o simplemente un par de ideas claras de las cuales se acuerde pasados los años (como ocurre cuando recordamos aquel profesor que nunca se nos olvidará…), podemos darnos por muy satisfechos. A mis alumnos muchas veces les digo que asistan a las clases como asistiría un niño, que vayan con una mentalidad abierta, con la idea de sorprenderse y descubrir lo que venga… Así el entrenamiento será muy muy sencillo y fructífero.
Belén Lozano. Profesora Miembro de Instituto Multidisciplinar de Empresa (IME), Directora del Departamento de Administración y Economía de la Empresa y Subdirectora de la Cátedra de Empresa Familiar.