Muchas empresas nacen del esfuerzo emprendedor, la intuición y el compromiso de una o varias personas que creen en un proyecto. Con el tiempo, ese negocio crece, se diversifica y empieza a enfrentar desafíos más complejos: toma de decisiones difíciles, conflictos en el equipo, falta de procesos claros, desorganización, problemas de liderazgo, dificultades para delegar. Cuando la empresa llega a este punto se necesita abordar su profesionalización. Profesionalizar no significa perder la esencia ni eliminar la flexibilidad, sino dotar a la empresa de herramientas, estructuras y capacidades que le permitan crecer de forma ordenada y eficiente. En este post abordamos cinco etapas clave del proceso de profesionalización.
Comprender la necesidad de profesionalizar
La profesionalización comienza con la conciencia. Muchas empresas se mantienen en un modelo de gestión intuitiva durante años, y aunque logran sobrevivir, a menudo lo hacen a costa de ineficiencias y falta de claridad estratégica. Desde este post invitamos a reflexionar sobre cómo pueden abordar estas problemáticas. Profesionalizar es dotarse de una estructura que permita a la empresa funcionar más allá de las personas fundadoras, lo que implica ordenar procesos, definir responsabilidades, mejorar la toma de decisiones y formar equipos preparados para enfrentar los retos del entorno. El objetivo es formular un plan adaptado a la realidad de la empresa, que permita avanzar de manera progresiva y con sentido.
Diseñar una estructura de gobierno sólida
El segundo paso en el proceso de profesionalización tiene que ver con el diseño de la estructura de gobierno. Muchas empresas funcionan sin órganos definidos, donde las decisiones se toman de forma informal y sin criterios compartidos. Contar con órganos de gobierno adecuados permite tomar decisiones estratégicas con mayor claridad, involucrar diferentes perspectivas y distribuir las responsabilidades de forma más eficiente.
En esta etapa se debe trabajar sobre cuatro aspectos fundamentales:
- Diagnóstico de los problemas actuales, que pueden ser muy variados.
- Diseño de estructuras de gobierno que sean adecuadas para cada empresa y en cada momento.
- Adecuación a la realidad de la empresa, pues no todas las empresas necesitan lo mismo; la clave es diseñar una estructura que responda a su tamaño, etapa de desarrollo y objetivos.
- Se debe pensar en quiénes deben formar parte de estos órganos, cuál será su rol y cómo se tomarán las decisiones.
Iniciar con un diagnóstico claro
Antes de implantar cambios profundos, es fundamental conocer bien el punto de partida. Muchas empresas fracasan en sus procesos de transformación porque no han realizado un diagnóstico serio que les permita entender sus verdaderos desafíos.
El diagnóstico debe contemplar distintas dimensiones:
- Estructura organizativa: ¿existe un organigrama formal?, ¿las funciones están claras?, ¿hay roles solapados?
- Procesos clave: ¿cómo se toman las decisiones?, ¿hay procesos documentados?, ¿cómo se gestionan los conflictos?
- Cultura organizacional: ¿cómo se lidera?, ¿cómo se motiva?
- Personas y talento: ¿el equipo tiene las capacidades necesarias?, ¿hay planes de desarrollo?, ¿qué niveles de compromiso existen?
Este análisis permite definir una estrategia de profesionalización realista, con objetivos claros y prioridades.
Profesionalizar la toma de decisiones
Una empresa profesional no solo define estrategias, sino que sabe ejecutarlas con eficiencia. Y para ello, necesita estructuras claras de toma de decisiones. Este punto es especialmente crítico en empresas familiares o negocios liderados por sus fundadores, donde suele haber concentración del poder o ausencia de mecanismos colectivos.
Profesionalizar la toma de decisiones implica:
- Configurar un comité de dirección con roles y responsabilidades claras.
- Establecer dinámicas de trabajo que fomenten el análisis, el debate y la participación informada.
- Separar la propiedad de la gestión, permitiendo la incorporación de talento externo, incluso que el primer directivo pueda ser, si así lo aconseja la situación de la empresa, un profesional externo a la propiedad. Quien dirija la empresa debe aportar visión estratégica, experiencia en gestión y una mirada objetiva hacia el futuro de la empresa, basada en una visión compartida con la propiedad.
Dirección por objetivos: alinear y motivar
Por último, una empresa profesional necesita una forma efectiva de dirigir personas y equipos. La Dirección por Objetivos (DPO) es una metodología que ayuda a enfocar a todos los miembros de la organización hacia metas compartidas, promoviendo el compromiso, la autonomía y la responsabilidad. Este enfoque parte de una base humanista: las personas no solo cumplen tareas, también persiguen propósitos. La DPO busca alinear los objetivos individuales con los de la organización, mediante un proceso estructurado:
- Definición de objetivos claros, específicos y medibles.
- Priorización de metas relevantes frente a actividades rutinarias.
- Seguimiento y evaluación con criterios objetivos.
- Revisión periódica de avances y retroalimentación.
Espero que la lectura de este post te ayude a reflexionar sobre la profesionalización de la empresa, que no es una opción, sino una necesidad. Dar este paso requiere compromiso, apertura al cambio y una visión estratégica. Pero si lo haces descubrirás un nuevo nivel de madurez organizacional, donde la empresa no solo crece, sino que se vuelve más humana y eficiente.
Julio Pindado
Presidente de IME Business School
Instituto Multidisciplinar de Empresa (IME)
Premio Sociedad Civil 2016
Catedrático de Universidad